¿Cómo se ve la bondad de Dios en mi vida?

29 junio, 2022 -  Pao Balvín



Es fácil decir: “Dios es bueno”, y pensamos: “¡Oh claro que Dios es bueno! ¡Yo lo sé!”, pero, ¿te has puesto a pensar qué significa la bondad de Dios realmente? 


Comencemos por entender qué es la bondad de Dios. Ahora bien, en concordancia con la Biblia se puede definir a la bondad como benevolencia o benignidad, es decir, aquello que es gentil o amable, de buen corazón o cordial… y Dios es todo eso.   Pues al revisar algunos salmos encontramos versículos como “Bueno eres tú y bienhechor.” Salmo 119:68 o “¡Cuán preciosa oh Dios es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.” Salmo 36:7 


Esto es hermoso, pues la descripción de bondad que nos da el salmista transmite una relación de cercanía como si realmente él conociera con certeza y de propia experiencia este bello atributo.  Lo cual nos lleva a la carta que Pablo le escribe a Tito (capítulo 3: 6-7) en donde explica que entre todas nuestras transgresiones, la respuesta inmediata de justicia sería el pago de las mismas, pero la bondad de Dios, nuestro salvador, se manifestó a todos los hombres, trayéndoles salvación sin merecerla, lo cual es gracia pura para nosotros. 


Sin embargo, aunque sepamos que Dios es bondadoso y misericordioso, tanto el salmista como Pablo conocen de la bondad de Dios porque primero han conocido quién es Dios en su vida. 


A. W. TOZER en su libro Los atributos de Dios menciona que “ante todo lo que se dice de la bondad, Dios es todo eso pero lo es infinitamente, es imposible que Dios sea algo pero no sea completamente infinitamente lo que es… Dios no solamente es infinitamente bueno, también es perfectamente bueno.” 

 

Asimismo, a menudo sucede que también intentamos entender la bondad de Dios según nuestras circunstancias, y si no obtenemos una respuesta a nuestra oración o seguimos aún en el mismo conflicto, tenemos la tendencia a pensar que Dios no nos escucha y dudamos de su bondad para con nosotros. Sin embargo, respecto a esto, R. C. Sproul menciona que “En definitiva, para el cristiano no existen las tragedias. En última instancia, la providencia de Dios hace que todos estos males inmediatos redunden para nuestro beneficio final.”, en cambio, ¿cómo se ve eso en nuestras vidas?


Y si pensamos en lo anterior dicho por Sproul, específicamente en lo referente a cómo puedes ver la bondad de Dios en medio de las tragedias y conflictos, vino a mi mente un tiempo duro que la pandemia trajo a mi vida. Por varios meses mi esposo y yo nos quedamos sin trabajo, no había ingresos a nuestros bolsillos. Y aunque los ahorros se estaban acabando, el Señor no dejó de proveernos en gran manera, y con esto me refiero a que teníamos sobre la mesa lo necesario. Mi salud empeoró físicamente y no teníamos cómo adquirir las terapias que necesitaba, menos cuando las restricciones seguían en el país. Pero… ¡y me encantan los peros cuando hay noticias de esperanza detrás de ellos! Pero el Señor nunca nos dejó, para esos momentos estoy segura que había preparado mi corazón para entender que mientras pasaba por situaciones difíciles eran para darle la gratitud a Él, sin quejas ni murmuraciones porque Dios seguía siendo bueno. 



Amigos que no veíamos hace tiempo llamaron a mi esposo sin saber la situación que pasábamos, es ahí donde le ofrecen un trabajo de medio tiempo. Luego, nuestros hermanos de la iglesia, quienes nos acogieron durante la pandemia, comenzaron a orar por nosotros; y el Señor abrió oportunidades por varios lados para mi esposo y para mí y Dios siguió siendo bueno. 


Recuerdo que Isabella necesitaba ropa porque había dejado las tallas anteriores y nos faltaba cubrir el presupuesto del mes, es más, no teníamos presupuesto y mi oración era: Señor, aún gracias por lo que no tenemos y por cómo sustentarás. Dios volvió a mostrar su bondad, llegaron unos primos con prendas para Isabella que cubrieron todo el verano, y otra vez el Señor estaba ahí. 


Y en este punto quiero resaltar que mi situación económica para ese entonces fue ocasionada, no solo por una mala administración que pudimos prever previo a la pandemia, sino también por no obedecer y ser íntegros en nuestras finanzas: mi esposo y yo decidimos ser necios en cuento a ello, tomar consejos equivocados y pese a años de malas decisiones y vivir círculos viciosos financieros que realmente no agradaban a Dios en ninguna forma, el Señor siguió siendo bueno.  


Recuerda que Dios no ve más nuestro pecado: Él no señaló mi pecado y me lo restregó en la cara; Él miró mi pecado, escuchó mi clamor y se inclinó desde su altar a abrazarme, mostró su bondad y me corrigió con amor y ternura; y Dios siguió siendo bueno. Hoy puedo dar gracias, porque Él estuvo conmigo aún en mis momentos de necedad, porque hoy vivo creyendo que su bondad es inmensamente perfecta.  Aun cuando crea que lo que vivo es tragedia, todo ello redunda para nuestro beneficio final. 


Sin embargo, es imperativo recordar que la bondad de Dios se ha visto reflejada aquí en la tierra mucho antes que nuestros problemas: Cristo es la representación encarnada de su bondad; Cristo vino a morir por pecadoras como nosotros, que creyéndose algo, no éramos nada. Cristo es la bondad perfecta e infinita que se despojó de toda su deidad para que nosotros no pagáramos el precio de la ira del padre por causa de nuestro pecado: Dios a través de su hijo unigénito nos dio una muestra de su bondad sin merecerlo. ¡¡¡Qué privilegio!!!  


Te animo a que medites sobre la bondad de Dios en pasajes como el de Jeremías 9: 23-24 

 

Así dice el Señor:

«No se gloríe el sabio de su sabiduría,

Ni se gloríe el poderoso de su poder,

Ni el rico se gloríe de su riqueza;

24 Pero si alguien se gloría, gloríese de esto:

De que me entiende y me conoce,

Pues Yo soy el Señor que hago misericordia,

Derecho y justicia en la tierra,

Porque en estas cosas me complazco», declara el Señor.


Conocer acerca de la bondad de Dios es conocerlo a Él, éste es el camino al que somos llamados; después de ello, Él dice: “YO SOY EL SEÑOR” y descansamos en esa verdad.  


¿Qué necesitas para comenzar a reconocer la bondad de Dios en tu vida?