¿Se interpone la justicia a la misericordia?
12 junio, 2022 - Kari Evaristo
Una cosa debemos saber con seguridad, somos culpables de la más grande traición, lo somos a diario. Hemos obrado en contra del Dios santo e infinitamente justo, hemos pecado. Si vamos al infierno solo estamos recibiendo lo que merecemos.
Génesis 18:25 «Lejos de Ti hacer tal cosa: matar al justo con el impío, de modo que el justo y el impío sean tratados de la misma manera. ¡Lejos de Ti! El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?».
Dios es justo. Decir que Dios es justo, es decir que es equitativo y que es moralmente recto. En Ezequiel 18:25 Dios reprende a Israel diciendo: «“No es recto el camino del Señor”. Oigan ahora, casa de Israel: ¿No es recto Mi camino? ¿No son los caminos de ustedes los que no son rectos?».
La justicia no es algo que Dios tiene, la justicia es algo que Dios es. Así como Dios es amor, Dios es justicia.
Por ejemplo, se puede escuchar: la justicia requiere que Dios haga esto o aquello, la justicia no es algo que «exige» a Dios hacer algo, si no, Dios no sería Dios. Por eso es que Dios es. Las razones de Dios para hacer lo que Él hace brotan de lo que Él es. Dios es justicia y siempre actúa justamente, por la manera que Él mismo es.
¿Cómo es que Dios perdona al malvado si es un Dios justo?
La unidad de Dios
Dios no está compuesto de partes, a diferencia del ser humano (espíritu y cuerpo). El ser de Dios es unitario. Todo lo que Él hace está en armonía. Porque no hay partes que deban juntarse o atributos que se enfrenten. Todos los atributos de Dios son uno y no discrepan uno de otro.
Por ejemplo, podríamos pensar así: El pecador ha pecado contra esa justicia, su misericordia quiere perdonar, pero su justicia no se lo permite. La justicia dice: ese hombre debe morir, mientras que la misericordia dice perdónalo. Eso no es una buena interpretación. Dios no actúa de esa manera. Dios solo es.
Cristo es nuestra justicia
La expiación en la sangre de Jesucristo es perfecta como Dios es perfecto. Ese santo sufrimiento en la cruz y esa resurrección canceló nuestros pecados y nuestra sentencia. Todos estamos bajo la sentencia de muerte, nuestra paga por el pecado. Y eso no discrepa con su misericordia o su bondad, porque todos ellos son atributos de un Dios unitario.
Cuando Dios mira un pecador que rechaza el misterio de la expiación la justicia lo condena a muerte, dice que debe morir; pero cuando Dios mira al pecador que tiene la expiación, la justicia dice que debe vivir.
El pecador injusto no puede ir al cielo más de lo que el pecador justificado puede ir al infierno. Por ello debemos dar gracias a Dios, La justicia está del lado del pecador arrepentido.
La justicia está de nuestro lado por el sacrificio de Jesús en la cruz, así la justicia ve igualdad y no iniquidad. Somos justificados por fe porque la agonía de Dios en la cruz cambió la situación moral, a Dios no lo cambió en absoluto. Dios es uno. Uno consigo mismo. Lo perdona porque es congruente con su naturaleza
La inmutabilidad de Dios
¿Cómo es que Dios puede ser justo y seguir perdonando a un pecador?
La bondad sin justicia no es bondad. Cuando Dios castiga al malvado hace una cosa justa porque es congruente con lo que merece el malvado. Pero cuando Dios perdona a un hombre malvado también es justo hacerlo porque es congruente con su naturaleza.
Dios siempre es el mismo, Dios actúa siempre a sus atributos de amor: justicia y misericordia. Dios no cambia. El no difiere de sí mismo. Puesto que es perfectamente justo, nunca ha sido menos justo de lo que es ahora, y nunca podrá ser más justo de lo que es y ha sido siempre.
¿Cómo esto se aplica a nuestra vida?
En la época que conocí al Señor, alrededor de mis 16 años, mi familia pasaba por grandes problemas económicos, deudas y mala administración de recursos. Presencié el embargo de mi casa y de todos nuestros bienes, pasé de un colegio particular a uno público producto de la falta de dinero. No había ningún banco que no tuviera el historial de mi familia por escrito. Pasó el tiempo y poco a poco fuimos pagando las deudas más pequeñas, pero llegó una que era demasiado grande para cubrir, sin embargo, el banco nos dio la oportunidad de condonar la deuda pagando solo el 6% del total, ellos habían visto nuestra disposición de querer cumplir con nuestra responsabilidad y nos dieron ese regalo.
Este es un ejemplo que no se acerca a lo que hace la gran justicia de Dios, pero de alguna manera nos ayuda a ilustrar. No merecíamos que se condenara esa deuda, pero así fue, liberándonos del castigo de la cárcel.
Podemos darle gracias y gloria a Dios por su justicia, pues gracias a la redención que obtenemos en Cristo Jesús, el justo castigo por el pecado fue pagado cuando Cristo, nuestro sustituto, murió por nosotros en la cruz y ahora podemos decir como von Zinzendorf:
“Jesús, tu sangre y tu justicia mi belleza son, mi gloriosa vestidura; en medio de mundos llameantes, de ellos revestido, con gozo levantaré mi cabeza. Con osadía permaneceré de pie en tu gran día, porque ¿quién podrá venir a acusarme? Plenamente absuelto de todas mis culpas estoy, sin pecado ni temor; sin culpa ni vergüenza.”